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“Tu cuerpo es de hecho el templo del Dios viviente. ¿En qué parte de tu cuerpo, entonces, está la puerta por la cual, cuando la abres, puede entrar el Cristo, la conciencia de Cristo? Él es el Hijo de la justicia. Él es el Sol de tu alma. Él es el Hacedor, y así, a través de esa conciencia, pueden hacer que todo su propósito sea uno con Él, en su sinceridad.