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La Maestra Suprema Ching Hai (vegana) habla sobre los efectos nocivos de la carne. Parte 10: La retribución en el más allá.

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Las consecuencias kármicas de comer carne incluyen sufrimiento doloroso en la otra vida. En el programa de hoy, compartiremos con ustedes relatos aterradores del castigo en el infierno que espera a los que comen carne o están involucrados en negocios cárnicos. La primera historia es una experiencia personal de uno de los miembros de nuestra Asociación.

Ahora compartimos con ustedes otra historia contada por la Maestra Suprema Ching Hai sobre la retribución en la otra vida para los que servían carne en sus restaurantes.

Debemos mantener los preceptos estrictamente. El primer precepto es no matar. Este precepto no debe ser violado. Quebrantar ese precepto les causará muchos probemas. Además de una vida más corta, el malestar corporal, muchas enfermedades, como esas enfermedades incurables, provienen todas del mal karma de matanza. El karma de matanza es muy, muy grave.

¿Les conté la historia de un aulacense (vietnamita)? Él no era un practicante espiritual. Se ganaba la vida vendiendo guisado de arroz con pollo o pato. Cuesta muchas vidas cocinar guisado de pollo o de pato. Un día, se enfermó gravemente con una enfermedad desconocida. Al final, su condición era tan mala que no podía moverse, yacía ahí como si ya estuviese muerto. Había aún un poco de calor alrededor de su corazón así que su familia no quería enterrarlo. Así que lo dejaron yaciendo ahí inmóvil durante muchos días antes de que finalmente él volvió a la vida y despertó. Después que despertó, le dijo a su familia lo que había experimentado y más tarde escribió un libro contándole a la gente como fue cuando estuvo en el infierno. Después que regresó, él dijo que cuando bajó allá, se vio siendo mordido y picoteado por cientos de miles de patos, pollos y cerdos por todo su cuerpo. Era terriblemente doloroso. Solo en ese momento recordó que una vez pasó por un templo y alguien le enseñó a recitar el nombre de la Bodhisattva Quan Yin.

La Maestra vino de immediato y le pidió a esos pollos y patos que se detuvieran un momento. Luego el vendedor de guiso dijo: “Sus picotazos me duelen demasiado. Por favor sálvame.” La Bodhisattva Quan Yin respondió: “Este es tu mal karma. ¿Cómo puedo salvarte? Cuando los mataste, ellos también gritaron por sus vidas, pero no tuviste compasión para perdonarles la vida. ¿Ahora a quién le pides perdón?” A lo cual la persona respondió: “Ahora me arrepiento. Era ignorante y no sabía. Si me perdonas ahora, y me dejas regresar, seguramente haré buenas acciones, practicaré espiritualmente, y entonces les transferiré el mérito a ellos. Si no me perdonas, aun si me pican hasta morir, ¿qué bien le hace eso a cualquiera de las partes?”

La Bodhisattva Quan Yin dijo, “Está bien”, y dirigiéndose a los pollos, patos y cerdos, les dijo: “¿Oyeron eso? ¿Están de acuerdo ahora?” Los animales respondieron: “Vale”. Aunque ellos aceptaron, la Bodhisattva Quan Yin prosiguió: “Tu karma es demasiado pesado y no se puede borrar tan fácilmente.” Y el hombre preguntó: “¿Entonces cómo se puede limpiar mi karma? Estor dispuesto a aceptar cualquier castigo”. La Bodhisattva Quan Yin entonces lo llevó al salón de los castigos donde había muchos instrumentos para la tortura.

A algunas personas les cortaban la lengua o la nariz. Les cortaban donde estaban sus karmas. La Boshisattva Quan Yin tenía que limpiar su karma negativo así que se le pidió al hombre que se arrodillara y tragara brasas de carbón ardientes. El hombre dijo: “¿Cómo podría tragar eso?” El funcionario fantasma replicó: “Tienes que hacerlo aun si no quieres.” Antes de que terminara esa frase, la brasa roja y ardiente ya estaba en la boca del hombre. No pudo resistirse en absoluto. Corría por dentro de su cuerpo. Él dijo que cada vez había varias corriendo por su boca, no solo una. Dijo que era como si su espíritu se hubiese dispersado, y todo su cuerpo fuese destripado y desintegrado hasta ser polvo. Dijo que el dolor era indescriptible. Este proceso continuó unas cuantas veces, y el carbón ardiente seguía entrando. No pudo resistirse. Ese era su mal karma. La fuerza del karma seguía succionándolo. Estaba en dolor extremo y no podía vivir ni morir, no importa cuanto suplicara. Finalmente, terminó de tragar. Luego la Bodhisattva Quan Yin dijo: “Bien, ahora puedes regresar. Recuerda practicar diligentemente. No hagas más trabajos que involucren matanza. No comas más carne. Guarda los Cinco Preceptos. Más tarde, alguien vendrá a darte la iniciación, y te enseñará el método de la liberación.”

De repente, el funcionario fantasma le dio un empujón y él regresó al mundo terrenal, y comenzó a respirar otra vez. Esta es la historia que él contó, y que fue escrita. Él gastó todo su dinero en imprimir ese libro y se lo dio a la gente sin costo alguno. En el prólogo del libro, declaró que cada oración que escribió era real. Para convencer a los lectores, hizo la promesa a todos los Budas y Bodhisattvas que si él mentía una palabra, sería enviado al infierno eterno.

Él le aconsejaba a la gente hacer buenas obras, dejar de matar, ser veganos, guardar los preceptos, y practicar espiritualmente.
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